Esta semana asistí a una conferencia en la que el ponente expuso datos cuantitativos acerca de previsiones macroeconómicas mundiales para 2050, basándose en un estudio recién publicado por The Economist.
Se perfilan muchos datos, pero lo más determinante es el cambio en el ranking de países con mayor PIB, que sitúa a China en primer lugar, la India en segundo, EEUU pasa a tercer lugar y Europa desaparece de las primeras ocho posiciones.
Prevén un cambio en el orden de prevalencia de países a nivel mundial para el 2050, y el publicarlo hoy, no sólo puede acelerar ese cambio, sino que puede incluso generar otros.
Todos sabemos que la economía tiene su base en la confianza, así que si hoy se generan dudas acerca de la fortaleza de ciertos países, y por el contrario, se visualizan potenciales en otros, se está influyendo en la tendencia inversora mundial, al tiempo que favoreciendo ese cambio. Si como empresa teníamos previsto crecer o invertir en Alemania, ¿quizá ahora nos planteemos invertir en La India, no creen?
Si posicionamos a China en el número uno del ranking mundial, lo estamos consolidando en esa posición. Ello no sólo genera confianza en su mercado interno, sino que el resto de países y la sociedad en general verá a China como una potencia mundial e invertirá en ella, ¿no creen?
¿Es acertado publicar un estudio de ese tipo? ¿Es responsable?
Por otro lado, también nos habla de un más que considerable crecimiento demográfico a nivel mundial. Según las previsiones, la población mundial habrá alcanzado la cifra de 9.300 millones en 2050. De éstos, 2478 pertenecen a África y 5267 a Asia. Así que sólo nos quedan 1555 millones para el resto del mundo.
O sea, que los países situados en las dos primeras posiciones son también los que más crecerán en población, consumiendo más recursos.
Estas predicciones se hacen teniendo en cuenta las variables de fecundidad y otras relacionadas con el crecimiento demográfico actual. Se cumplirán si nada cambia, si se mantienen durante 34 años, las mismas circunstancias actuales.
Y, repito, ¿es acertado realizar una previsión así?
Malthus, un erudito británico considerado uno de los primeros demógrafos, autor de la teoría de la catástrofe maltusiana, tiene algo que decirnos acerca de ello.
Según su teoría, la población crece muy encima de los recursos, lo cual conduce a hambrunas, guerras u otros desastres naturales que a su vez, producen reducción de la población.
Recuerdan el Tsunami de Japón de 2011? Murieron 15893 personas.
¿Y el terremoto del Tsunami de Tailandia? Afectó a casi todo el sur y sur-este de Asia, incluso parte de Indonesia. Murieron 436.983 personas.
Pero los desastres naturales o las guerras, tienen también transcendencia en la economía. En la del propio país y en la del resto. Para el Tsunami de Tailandia se han enviado 7000 millones de dólares de ayuda humanitaria.
En la última década, los desastres naturales en América Latina y Caribe, han producido unas pérdidas de 35.000 millones de dólares.
En 2010, a nivel mundial, los desastres naturales causaron unas pérdidas de 222.000 millones de dólares. Y uno de los más costosos fue la tormenta Xynthia en Nueva Zelanda.
Así que no se pueden hacer predicciones a tan largo plazo. Existen multitud de factores incontrolables que en cualquier momento harían temblar esas previsiones.
Podría incluso surgir un nuevo Lehman Brothers que de la vuelta a todas las tablas del estudio…
Son predicciones temerarias que consiguen un efecto a corto plazo que favorece a ciertas economías. Es probable que alguien gane muchos dólares con ello…
Publicado en Diario Segre, columna de Liderazgo. Ver enlace